miércoles, 29 de septiembre de 2010

ECONOMIA - OPINION (y CONTRAOPINION)

LA MITAD

 Por Alfredo Zaiat
La deuda pública nacional bruta alcanzó el equivalente a 156.691 millones de dólares a junio de este año. Es un monto que no incluye los bonos defolteados que no ingresaron a las dos etapas del canje ni los activos financieros afectados al pago de deuda que reducen el pasivo neto. Esa suma representa el 48,6 por ciento del Producto Bruto Interno, bastante menos que el 166 por ciento de 2002, que refleja el efecto combinado de un fuerte crecimiento de la economía con un intenso proceso de cancelación de deuda en ese período. Ese abultado pasivo y la elevada partida destinada a sus servicios en el proyecto de Presupuesto 2011 (en pesos equivalente a 9095 millones de dólares) presentan el escenario como un frente complejo. Sin embargo ese panorama se alivia sustancialmente al analizar la composición de la deuda por acreedor: la mitad está en poder de dependencias del sector público, destacándose el Banco Central, la Anses, el Banco Nación y el Fondo de Garantía de Sustentabilidad del régimen previsional. Del total, sólo 55.542 millones de dólares, que representan el 35 por ciento de la deuda pública y apenas el 17,2 por ciento del PIB, está en manos de inversores privados en el mercado. Esta novedosa distribución de la deuda por acreedor es uno de los cambios estructurales más notables y poco considerado en la evaluación de la magnitud de los pasivos públicos. Los pasados esquemas de análisis de las condicionalidades de la deuda sobre la política económica requieren ser revisados ante esta nueva realidad.
Cuando se observan los compromisos anuales a cancelar se debe apreciar que la mitad será operaciones intra sector público. No presentarán complicaciones ni exigencias de tasas más altas que las vigentes en plaza. No es algo fuera de lo común en otras economías. Las transacciones de colocación y renovación de papeles de deuda entre dependencias públicas son usuales en las administraciones de países desarrollados. No generan alertas ni observaciones críticas de representantes de la ortodoxia, ni mucho menos de miembros de la corriente crítica al discurso dominante. En economías periféricas ese tipo de estructura de deuda no ha sido usual y por ese motivo lo que permite ahora es disminuir la influencia del poder de veto que el mercado financiero y organismos de crédito internacional buscan ejercer frente a la necesidad de fondos para refinanciar vencimientos.
La transformación de la composición de la deuda ha tenido un recorrido que merece precisarse para evitar caer en las trampas de la confusión sobre ese tema. Ese proceso comenzó con la declaración de la cesación de pagos en 2001. Desde entonces se concretaron diferentes pasos que redujeron el peso de la deuda sobre la economía y que cambió el perfil del acreedor. El primero fue la importante quita del capital sobre el stock de pasivos en default en las dos fases del canje. Luego, ante el castigo al país aplicado por el mercado por esas medidas, que clausuró el acceso al crédito internacional, el superávit fiscal permitió la cancelación neta de compromisos. Después, la crisis internacional y el carácter insostenible del sistema privado de jubilaciones impulsaron el fin de las AFJP. Esta trascendental reforma significó la recuperación de un voluminoso stock de títulos públicos que pasó a integrar el Fondo de Garantía de Sustentabilidad del sistema previsional estatal. A la vez, desde 2003 el Banco Nación, la Anses y el Banco Central fueron sumando bonos en su cartera y durante los años de la debacle global intensificaron compras a precios de default. El último paso importante en ese proceso fue la implementación de la estrategia de pagar deuda con una pequeña porción de las engordadas reservas del Banco Central. El antecedente fue para suprimir la cuenta de casi 10 mil millones de dólares con el FMI a fines de 2005, habilitando de ese modo seguir saldando vencimientos con otros organismos internacionales en los años siguientes (2187 millones de dólares en 2010). Desde este año se agregó el pago de bonos en cartera de privados (4382 millones de dólares) por esa vía. En el proyecto de Presupuesto 2011 se incluye la creación de un fondo de 7509 millones de dólares de reservas del Banco Central para ese mismo objetivo.
Este ciclo de administración de pasivos públicos ha derivado en un sustancial cambio al momento de abordar la cuestión de la deuda. En un reciente informe de la Oficina Nacional de Crédito Público, publicado en un mejorado sitio de Internet del Ministerio de Economía al incluir documentos explicativos sobre temas de debate, se precisa que la deuda con organismos internacionales sumaban 17.174 millones de dólares a junio de este año, equivalente al 5,3 por ciento del PIB. Se sostiene que desde una perspectiva de largo plazo, se observa una continuidad en el proceso de reducción de la deuda pública nacional iniciado en 2003. Mientras que a la salida de la convertibilidad esta deuda tenía un nivel que la hacía impagable, actualmente la deuda es comparativamente menor que la de la gran mayoría de los países desarrollados e incluso que la de algunos países de la región que actúan de referencia, como Brasil.
Como se mencionó al comienzo, en ese informe se detalla que el 49,8 por ciento del total de la deuda por 156.691 millones de dólares corresponde a tenencias de agencias del sector público nacional; el 11 por ciento son deudas bilaterales en situación de pago normal o préstamos de organismos multilaterales de crédito; el 3,7 por ciento son deudas que presentan atrasos, elegibles para su renegociación en el marco del Club de París; en tanto que sólo el 35,4 por ciento restante son deudas con el sector privado, en su gran mayoría instrumentadas en títulos públicos o préstamos garantizados.
Al observar estas cifras, el reclamo del no pago de la deuda o su auditoría para determinar su carácter fraudulento necesitaría precisiones: la mitad se encuentra en manos de organismos públicos constituyendo parte del patrimonio de toda la sociedad. Apenas un tercio está en manos privadas con tendencia a seguir disminuyendo por la restricción existente al acceso de fondos especulativos en el mercado internacional a tasas razonables. Pero fundamentalmente por la estratégica decisión de no contraer deuda cara y continuar con la aplicación de reservas al pago de vencimientos de capital e intereses de títulos en manos de inversores privados.
azaiat@pagina12.com.ar

AUTONOMIA
 Por Alfredo Zaiat
La crisis internacional más devastadora desde el crac del ’29 ofrece la oportunidad de revisar ciertos conceptos referidos al vínculo de los países con su deuda y el mercado financiero. Que exista esa posibilidad no significa que sea aprovechada, pero, a diferencia del período previo, se presentan las condiciones para revisar ideas consideradas incuestionables durante años. Algunas provienen de las corrientes del pensamiento crítico, como la que sostiene que la deuda externa sigue siendo una restricción relevante de la economía doméstica. Otras emanan de los sectores conservadores, como la que reclama la necesidad de la colocación de deuda en la plaza internacional como signo de recuperación de confianza de operadores del exterior.
Esta última misión puede tener el objetivo de definir una tasa de interés por debajo de los dos dígitos para facilitar líneas de financiamiento externas al sector privado. También puede pretender que se exhiba de ese modo el respaldo de inversores internacionales. En el pasado se ha transitado ese sendero sin beneficios considerables. La estrategia de colocar deuda en el mercado externo, como la del bono Global 2017 entregado por los intereses caídos de bonos en default en el último canje, implica resignar la jurisdicción nacional en caso de pleitos. Teniendo en cuenta el antecedente de la cesación de pagos y la intensidad de los juicios entablados en Tribunales de Estados Unidos y Europa contra Argentina, esa cesión de soberanía en materia judicial no resulta muy alentadora. Más aún con la referencia inmediata de los Tratados Bilaterales de Inversión. En la década pasada bajo el paradigma neoliberal y las recetas del Consenso de Wa-shington se argumentaba que así se alentarían inversiones extranjeras supuestamente protegidas de los riesgos de la inestabilidad política e institucional de países denominados emergentes. La característica distintiva de ese tipo de tratados fue la resignación de soberanía del Estado argentino, ya que esos convenios establecieron la prórroga de jurisdicción en favor de tribunales arbitrales. En caso de controversia, en lugar de intervenir la Justicia argentina, entiende un tribunal de arbitraje (Ciadi, dependiente del Banco Mundial). Por ese motivo, el país afronta más de treinta demandas millonarias ante el Ciadi, con suerte diversa, a raíz de supuestos incumplimientos de los TBI.
Existe un entusiasmo asombroso en la plaza financiera y en el Ministerio de Economía por la posibilidad de emitir una ampliación del Global 2017 u otro título similar a una tasa por debajo del 10 por ciento anual. Ese papel de deuda se colocaría bajo normas de legislación internacional, como en la segunda ronda del canje, sin detectarse la necesidad imperiosa de conseguir esos fondos por esa vía. A nivel local se registran importantes excedentes, como la abundante liquidez contabilizada por los bancos, que más que alcanzarían para suscribir esa emisión de deuda, bajo jurisdicción local. Esta opción implicaría dejar atrás esa trampa que colocan en el camino de las economías periféricas grandes bancos de inversión y calificadoras de riesgo con la colaboración de voceros locales. La debacle de las potencias económicas facilita el escenario para ampliar los márgenes de autonomía respecto del capital financiero externo, y una de esas formas sería no reiterar el error de emitir deuda bajo legislación internacional.
Esta opción implicaría definir con autoridad, ya superada la etapa del default del 2001, aunque resta la normalización con el Club de París, que la estructura de la deuda pública y su intervención en el patrón de acumulación del capital han registrado una transformación notable en estos años. El Ministerio de Economía no muestra mucho esfuerzo en precisar esos cambios puesto que insiste con que sería un logro la emisión de deuda en el mercado internacional a tasas de un dígito. Tampoco expone el programa financiero y el cuadro de los pasivos externos, entre otras variables clave. Es llamativa la pobreza del sitio de Internet de esa dependencia en ese campo informativo; no así en las actividades del ministro. Esto colabora para que el tema de la deuda permanezca en el debate público como si no hubiera cambiado nada de la economía local y mundial.
Para muchos analistas de la centroizquierda e izquierda resulta más sencillo mantener los esquemas rígidos de evaluación, inalterables en el tiempo, porque permite transitarlos por el camino conocido. Pero hoy la deuda no es una restricción para la economía, ni por magnitud ni por su horizonte de vencimientos, ni por las condiciones de la economía global (tasas bajísimas, commodities en alza y nuevas potencias en ascenso). Se trata de una cuestión sustancial debido a que la continua expansión de la deuda desde 1976 hasta el default y la resolución del corralito se ha constituido en uno de los más formidables obstáculos para el crecimiento del país. Investigar los responsables de ese período resulta necesario para comprender los cambios cualitativos y cuantitativos de la etapa que se abrió a partir de la renegociación de la deuda en cesación de pagos.
La escasa información oficial sobre la deuda es cubierta por un interesante documento elaborado por el Estudio Bein & Asoc. Default no... ¿Investment grade? Luego de mencionar que fue como armar un rompecabezas a partir de la información segmentada publicada por los organismos estatales, Bein alcanzó a determinar la composición de las tenencias de deuda en el sector público. Es un dato muy relevante para evaluar el grado de importancia de la deuda como restricción del desarrollo económico y, por lo tanto, cuál es el margen de acción de la política económica. Del total de la deuda pública, que ascendía a 154.229 millones de dólares a fines del año pasado, unos 60 mil millones son pasivos intra sector público (títulos en manos de la Anses, Banco Central y otras dependencias oficiales). Se sabe que la refinanciación de esa deuda no genera ninguna dificultad, como se observa en usuales operaciones que realizan todos los tesoros de los países desarrollados y potencias emergentes. Esto implica que la deuda neta sin esos pasivos desciende a 94.143 millones, que se reduce a 77.934 millones sin considerar las obligaciones con organismos internacionales (Banco Mundial y BID, entre otros). Con esas cifras la relación de la deuda que flota en el mercado y el PBI se ubica en apenas el 25,1 por ciento. Para fines de este año, esa porción de la deuda habría descendido a 72.800 millones, 20,8 por ciento del Producto. Bein explica que “las cancelaciones netas con superávit financiero hasta 2007, la licuación de la deuda indexada a partir de entonces (calculó que la subestimación de la inflación generó un ahorro de 78 mil millones de pesos, equivalente a 19.700 millones de dólares al tipo de cambio actual), la estatización de los fondos de pensiones, la colocación de letras a organismos intra sector público y la compra de deuda en el mercado a precios de default, junto con un fuerte crecimiento del PIB en dólares (parte por cantidades y parte por caída del tipo de cambio real) generaron un desplome en el ratio deuda a PIB que flota en el mercado”.
De acuerdo con la investigación de Bein, respecto de fines de 2005, cuando ya se había concretado el primer tramo del canje de la deuda en default, la caída de ese ratio alcanza a 30 puntos porcentuales y a 31 mil millones de dólares en términos nominales. “La trayectoria del desendeudamiento en el mercado como consecuencia del no acceso al crédito no sólo se sostuvo sino que además se profundizó”, señala Bein, para agregar “a pesar del hecho de que la política fiscal siguió siendo sistemáticamente expansiva” diluyendo el superávit de las cuentas públicas. La estrategia de desendeudamiento genera como contrapartida una fuerte caída de las necesidades de financiamiento en el mercado, que se reduce aún más con la oportuna utilización de reservas para aplicarlas a cancelación de obligaciones. A la vez, con el saldo positivo de las cuentas externas, la recuperación del excedente fiscal y las generosas reservas del Banco Central, el margen para el manejo de la deuda se vuelve muy holgado y, si se quiere, evita ingresar en el circuito especulativo del capital financiero externo.
azaiat@pagina12.com.ar


luego de haber subido este post, me enviaron esto via mail. Como no me permite el HTML colocarlo en Comentarios, va aqui como Contra Opinion.

LA TRAMPA DEL DESENDEUDAMIENTO PÚBLICO.
Por Héctor GIULIANO (26.9.10).


En la fecha Página 12 edita un artículo de Alfredo Zaiat donde – en línea con una posición de defensa a la gestión del Gobierno Kirchner en materia de Deuda Pública - se plantean argumentos incompletos y engañosos acerca del estado actual del endeudamiento argentino. El objeto de este breve trabajo es formular algunas observaciones y comentarios de importancia que fundamentan esta aseveración personal.


Desde el Megacanje Kirchner-Lavagna del 2005 la política de la actual Administración ha sido diferir Deuda Pública, capitalizar Intereses, emitir Deuda ajustada por Inflación, reconocer adicionales por Cupones ligados al PBI, negociar un arreglo de la Deuda Externa del Proceso Militar con el Club de París, pagar Deuda a Organismos Multilaterales de Crédito (FMI, Banco Mundial, BID) y también a Acreedores Privados con Reservas del BCRA (que fueron compradas con Deuda de Letras y Notas). Y todo ello con la finalidad expresa y declarada de volver al Mercado Internacional de Capitales para tomar nuevas Deudas.


LOS NÚMEROS DE LA DEUDA.


Según cifras oficiales del Ministerio de Economía, la Deuda Pública al 30.6.10 es de 156.700 Millones de Dólares (MD), a los que hay que agregarle 16.500 MD más por la Deuda no presentada al Canje del 2005: en total, 173.200 MD. Más del 60 % de esta deuda está contraída en Moneda Extranjera.


Nuestro país no tiene demostrada la capacidad de repago para responder a este stock de Deuda y, tal como se viene haciendo desde hace 30 años y a través de sucesivos gobiernos – desde el Proceso hasta la fecha – su porvenir es sólo acotar el importe de pago de los Servicios de Intereses y refinanciar o reestructurar permanentemente sus vencimientos de Capital. 


Cabe aclarar que este monto de 173 mil MD es la Deuda en cabeza del Estado Central. No están incluidas aquí: a) la Deuda cuasi-fiscal del Banco Central (BCRA), a través de LEBAC y NOBAC, que suman el equivalente de 21.000 MD, b) la Deuda Consolidada de las Provincias (que, lo mismo que la Nación, no incluye el cómputo de la Deuda Flotante) y que totaliza unos 27.000 MD (105.000 Millones de Pesos-M$), si bien las 2/3 partes están contraídas con el Estado Central, c) las Deudas de los Municipios, sobre las que no hay datos, d) las Deudas de Organismos Nacionales, Empresas del Estado y Fondos Fiduciarios, sobre las que tampoco hay datos, ni e) la Deuda Contingente por Juicios contra el Estado, que normalmente no se considera a los efectos del cálculo de Pasivos Públicos.


Además, debe tenerse presente que existe Deuda no Registrada por el Gobierno, que está dada fundamentalmente por el monto de los Intereses a Capitalizar, los ajustes de la Deuda en Pesos indexada por CER, el pago de los Cupones ligados al Producto Bruto (ULPBI) y el valor de mercado de dichos cupones, para el caso de rescate.


La Deuda estaría aumentando así, por estos conceptos, entre 6.000 y 8.000 MD por año inercialmente, es decir, aunque la Argentina no contrajera nuevas deudas. Si el año pasado (2009) no se incrementó en esta proporción no fue porque se cancelaran más obligaciones con recursos ordinarios sino porque se usaron Reservas Internacionales para pagar Deudas y porque excepcionalmente se produjo una diferencia de cambio favorable con respecto al Dólar, lo que llevó a una contención contable de las cifras del endeudamiento, que de todas maneras creció en 1.000 MD.


Todo esto significa que la Deuda Pública Nacional sobrepasa los 200.000 MD y que las cifras finales no están claras ni completas a través de las informaciones oficiales.


Según datos tomados del Proyecto de Ley (PL) 2011, el PBI Argentino sería hoy de unos 330.000 MD, por lo que una Deuda del Gobierno Central del orden de los 173.000 MD equivaldría al 52 % del Producto.


Este Índice Deuda/PBI – comúnmente usado como ratio de medición de la Deuda Pública – no tendría, por otra parte, una significación muy concreta en términos de capacidad directa de repago del país porque toma en cuenta dos cifras de naturaleza diferente: un total de Deuda Financiera contra el valor de la Producción Nacional de un año.


Pero dejando de lado cuestiones de metodología – que son opinables - y volviendo al contenido del artículo de referencia, nos encontramos con un razonamiento no completo en lo tocante las cifras del Proyecto de Presupuesto 2011 y en lo inherente al cambio en la estructura del endeudamiento que se está produciendo en la Argentina.


DEUDA Y PRESUPUESTO 2011.


El pago anual de Intereses de la Deuda en 2011 sería de unos 9.000 MD (36.400 M$), contra 7.200 en 2010 (28.400 M$): un aumento del 28.5 % (que se supone en gran medida influido por la normalización de deudas en default y retoma de los pagos de cupones ligados al PBI).


El Proyecto de Presupuesto 2011 prevé Amortizaciones de Deuda Pública por el equivalente a 27.400 MD y la toma de Nueva Deuda por 36.800, esto es, que el aumento de la Deuda está previsto en 9.400 MD.


Además, la iniciativa oficial prevé el pago de 7.500 MD con Reservas del BCRA (Artículo 65), contempla el pago de 2.200 MD por cupones del PBI a fin del año y autoriza endeudamiento adicional del Ministerio de Planificación por 7.600 MD para “Inversiones Prioritarias” (Artículo 50). 


Por ende, el stock de Deuda previsto para el año que viene se incrementa sustancialmente en relación al año actual, aún con el uso de los activos financieros del BCRA para los pagos parciales de Capital, porque lo concreto es que la Deuda va a seguir aumentando.  


LA DEUDA INTRA-ESTADO.


El Gobierno Kirchner, como es de público y notorio conocimiento, está utilizando Activos Financieros del Estado para pagar Deuda Pública. Se trata, en su mayoría, de préstamos forzosos obtenidos de la ANSES y del BCRA; de modo que la Deuda Intra-Sector Público ha venido creciendo en forma extraordinaria. Según el Ministerio de Economía sería el 54 % de la Deuda Total.


Pero la proporción de Deuda de los Entes Oficiales que más prestan al Tesoro es muy alta: el 62 % del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) del Sistema Previsional (ANSES) está colocado en Títulos Públicos (unos 23.000 MD) y las magnitudes de Préstamos por parte del BCRA – Adelantos Transitorios al Tesoro por más de 10.000 MD y Cartera de Bonos en poder del Banco por otros 20.000 MD (sin contar la transferencia de Utilidades) – es igualmente récord.


Ahora bien, qué significa esta Deuda Intra-Estado?


La Administración Kirchner está multiplicando sus operaciones de refinanciación continua de vencimientos a través de novaciones de Deuda y de Administración de Pasivos, que consisten – estos últimos – en el pago a unos Acreedores (Acreedores Privados) con nuevos préstamos colocados en otros acreedores (Entes Públicos).


Dicho con otras palabras: el Gobierno está pagando grandes sumas de dinero para cumplir rigurosamente con los Acreedores Privados a costa de endeudarse con el propio Estado, una suerte de “empapelamiento” Intra-Estado apelando a sus Activos Financieros.


Porque así como en la Década del ´90 la Administración Menem – siguiendo la fórmula de Pago de Deuda con Activos dictada por los Acreedores - pagó parte de la Deuda Externa con Empresas del Estado, que eran Activos Físicos, hoy la Administración Kirchner está apelando a la misma fórmula de Pago, con la diferencia que usa Reservas Internacionales del BCRA, que son Activos Financieros. Pero el efecto de descapitalización o debilitamiento de los Activos es el mismo y el costo alternativo sobre las Finanzas del Estado por el uso de estos fondos también.


Con el agravante que las Reservas del BCRA que se usan para pagar Deuda con los Organismos Multilaterales de Crédito (FMI, Banco Mundial, BID y CAF, e incluso Club de Paris) y con Acreedores Privados han sido compradas con Deuda del Banco Central (por la vía indirecta de LEBAC y NOBAC). 


Cuando la Presidenta y el Ministro de Economía dicen que es negocio seguir pagando deudas con Reservas – que hoy sólo estarían rindiendo el 0.5 % - en lugar de refinanciarlas con nuevas deudas tomadas a más de un dígito de Interés (y hasta una supuesta oferta al 8.75 %) omiten decir que las reservas del BCRA con que se paga a los Acreedores están tomadas con deudas contraídas por el Banco a una tasa promedio del 14 % anual en pesos que hoy, con el “dólar quieto”, equivale a un 14 % en dólares. 


Entonces, nos encontramos con la realidad que el Gobierno Kirchner está abonando a los Acreedores Privados con la contracción continua de más Deuda Pública Intra-Estado, lo que acentúa el proceso de empapelamiento propio sin capacidad de repago y la descapitalización o riesgo de baja calidad de los activos del Banco Central, de la ANSES, del Banco Nación y de todos los Entes de la Administración Nacional que le siguen prestando al Tesoro.


UNA SITUACIÓN TRANSITORIA.


Pero en todo este proceso de pseudo-desendeudamiento en curso hay elementos tanto o más graves todavía ya que esta operatoria sistemática de pagos en curso – que es presentada como favorable, manejable y rentable – tiene por finalidad, expresa y declarada, “acceder al Mercado Internacional de Capitales”  lo que, en buen romance, significa volver a endeudarnos.


Porque el objetivo de la actual política de cancelaciones a ultranza con nuevas deudas (hoy por hoy principalmente Deudas Intra-Estado) y con Activos Financieros del Estado (Reservas del BCRA) deviene así tan sólo un “Préstamo-Puente” que el Gobierno se da a sí mismo para aguantar un período de transición con la finalidad de volver a tomar más deudas que lo seguirán manteniendo en el Sistema de Deuda Perpetua que rige en nuestro país desde hace 30 años.


O sea, que esto no se hace para salir de la Trampa de la Deuda sino, por el contrario, para permanecer dentro de ella.


La Administración Kirchner está pagando a los Acreedores Privados y a los  Organismos Financieros Internacionales para liquidar Deuda Vieja y quedar en libertad de acción para seguir contrayendo Deuda Nueva; no para bajar el stock de Deuda (que considera bueno pese a que las autoridades no pueden demostrar la capacidad de repago del país) sino para pedir prestado más fondos, con el argumento que ese dinero se conseguirá así a una Tasa de Usura un poco más baja que la actual (ayudado por la circunstancia de una caída generalizada de tasas a nivel mundial antes que por el supuesto “mérito” de la Argentina).


Y con el peligro que más de la mitad de la Deuda está hoy  nuevamente contraída a Tasas de Interés variable.


Por eso, la idea de “transformación” de la estructura de Acreedores de la Deuda Pública con una menor proporción de Acreedores Privados es engañosa, porque sólo refleja una situación transitoria, ya que es producto del privilegio de pago a ciertos acreedores (que la Opinión Pública desconoce dado que las Operaciones de Crédito Público son secretas) y porque – conforme se sospecha y se está incluso denunciando – las autoridades pudieran estar favoreciendo a ciertos tenedores de bonos rescatando títulos a mayor precio que el de cotización en el Mercado.


De allí la importancia que el Congreso audite las Operaciones de Crédito Público, no sólo para saber si el Gobierno cumplió con el requisito fijado de un Canje 2 en condiciones no mejores que las del Megacanje 2005, sino además para poder conocer a qué Acreedores y en qué condiciones se les está comprando o pagando a costa de seguir endeudando al Estado consigo mismo.


EL ALLANAMIENTO A LOS ACREEDORES.


Todo este proceso en curso, finalmente, no puede entenderse si no se percibe un replanteo de fondo del Gobierno en aras de reemplazar la estructura de Deuda hoy existente por una nueva estructura tendiente a efectivizar una suerte de “borrón y cuenta nueva” en las Deudas del Estado.


Este mecanismo está llevando a una nueva etapa de sustitución o reemplazo de Deudas Viejas por Deudas Nuevas que, aparte de continuar el circuito permanente de re-endeudamiento, favorecen el anonimato del negociado continuo del Sistema de la Deuda.


Con el agravante que la Presidenta, en su Discurso del 4.3.10, no sólo sostiene la legitimidad incuestionable de toda la Deuda Pública – en línea con los intereses de los Acreedores – sino que con ello está soslayando además el valor de todas las investigaciones en curso sobre las gravísimas irregularidades de la Deuda contenidas en las Causas Olmos I – que está todavía pendiente de tratamiento por parte del Congreso – Olmos II s/endeudamiento bajo los gobiernos democráticos sucesores del Proceso Militar, Megacanje De la Rúa-Cavallo de 2001 (que se encuentra en Segunda Instancia) y Denuncia Olmos Gaona-Marcos, que pide investigar la responsabilidad de todos y cada uno de los gobiernos que contrajeron y siguen contrayendo Deuda Pública, incluyendo el actual.


Los razonamientos convalidantes del discurso oficial y de la gestión de re-endeudamiento de la presente Administración Kirchner ocultan esta suerte de “Lavado de Deuda” que hoy se está produciendo en la Argentina y esconderían así el nudo de la Cuestión del Sistema de Deuda Perpetua bajo la tradicional complicidad de los Gobiernos de Turno con los Acreedores del Estado.-    


Lic. Héctor L. GIULIANO
Buenos Aires, 26.9.2010
Se destaca que Lic. Héctor Giuliano, es Licenciado en Administración, egresado de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, orientado profesionalmente a organización y sistemas y a planificación económico-financiera, en la actividad privada; experto en temas de Geopolítica, Finanzas Públicas y Economía. Fue asesor durante más de una década en el Congreso de la Nación, desde la década de los ‘80 ha venido estudiando especialmente la problemática de la deuda pública argentina, sobre éste y otros temas ha dictado numerosas conferencias y cursos, así como escribió diversos trabajos y notas periodísticas.
Es autor del libro “Problemática de la Deuda Publica Argentina” en tres tomos, subtitulados: i. la dueda bajo la administración Kirchner; II Megacanje y crisis de deuda 2001 y III Deuda, Moneda y Usura.

2 comentarios:

  1. Hola amigo:
    La deuda externa, es en realidad la deuda eterna, algo asi, como el cuento de nunca acabar.
    Salvo en los casos extraordinarios como el de Brasil, hay una tendencia a reendeudarse.
    Desconozco los motivos reales, pero imagino que habrá cosas que el comun de nosotros desconoce.
    En estos tiempos la esclavitud pasa por estar siempre debiendole algo a alguien,llamense hipotecas, expensas, cuotas de electrodomesticos, autos, obras sociales, etc, cuando la verdadera deuda, es la que a lo largo de miles de años, los que ostentan el poder, la tienen con la gente .
    Una de mis primas, me dijo hoy, que el mundo siempre fue igual, y le dije que no, que muchas cosas cambiaron.
    Me niego a resignarme, a pesar de la cruda y cruel realidad .
    El mundo seguirá cambiando.
    Ojalá que sea para mejor.
    Un abrazo y aguante boedo, aunque soy de river,jaja!!

    ResponderEliminar
  2. Amigo MorganLeo, menos mal que no sos un "entendido"...Clarito y al pie. Suscribo con vos, y yo si que no soy especialista, pero subi lo de Zaiat porque me gustó ele enfoque, luego recibo esto de Giulano y me parecio que no podia dejarlo pasar). Creo que esta relacionado con gente de la Izquierda Nacional, ex partido de Abelardo Ramos, acutalmente liderado por Leopoldo Marcus, un tipo integro al que conozco poco a traves de una relacion puramente Profesional y por fuera totalmente de la Politica (en la que no participo). Lo que yo no alcanzo a comprender todavia es que dentro de un partido de Izquierda, se den la mano con gente vinculada a la derecha como Soaje Pinto, Seineldin, Biondini...entre otros (a menudo recibo mails de alguno de ellos, con notas firmadas por Soaje Pintos). Osea, soy muy verde o muy nabo, pero creo que es como decis vos. De un lado o del otro, la cuestion de la oposicion es "tirenle a CFK".
    Cuando será el dia que todos se junten por una causa comun?
    Abrazo

    Joge, abrazo. Lo mismo te digo a vos. Parece que heredaron del Beto la claridad conceptual sobre como viene el juego...

    ResponderEliminar