miércoles, 29 de septiembre de 2010

La verdad y otras mentiras


IntraMed



Me llaman "Calle"
Las migas del amor y la derrota.
IntraMed

"Me llaman “Calle”:
“Me llaman calle, la sin futuro
me llaman calle, la sin salida
me llaman calle”

Manu Chao  
Hace más de una semana que la veo diariamente. Todas las mañanas me siento al borde su cama, le pregunto cómo se siente, le cuento chistes tontos, le acaricio el cabello. Se sonríe pero casi no me habla. No se queja. No me pide nada. No pregunta. Acepta sin resistencias todo lo que le hacemos. Y eso es desagradable, es doloroso y, en ocasiones, resulta humillante. Pero no me dice nada.


La trajo su hija, una niña de 10 años. Como su madre, habla muy poco, y casi no se mueve de su lado. La he visto deambular entre los autos en la puerta del hospital estirando su mano abierta ante las ventanillas. No dice qué quiere aunque todos entienden que pide monedas. Nadie la mira y muy pocos le sueltan algunos centavos sobre esa mano muda.  Luego compra unas botellas de agua mineral y un paquete galletitas y otra vez ocupa su puesto al pié de la cama. Ambas se miran sin palabras durante horas. De a ratos le sirve agua y la obliga a beber unos sorbos o humedece un algodón que exprime sobre sus labios. La madre tose, escupe o se atraganta. Y todo vuelve a comenzar. Le he dicho más de una vez que no es necesario, que su madre recibe todo lo que necesita a través del suero intravenoso. Que, incluso, es peligroso, que podría aspirarse. Pero de todos modos lo sigue haciendo. “Tu mamá no necesita beber, no te preocupes. Yo le doy a través del suero todo lo que ella necesita”, le dije esta mañana. Me miró desde abajo con sus ojos desmesuradamente abiertos pero clavados en mí. Inmóviles. Ese mínimo gesto duró –o al menos así me pareció- más de lo esperable. Rompía el código convencional de la gestualidad. Significaba algo distinto de lo que en general una mirada responde a las palabras. Inmediatamente volvió a mojar el algodón en el agua y apoyarlo con sumo cuidado sobre los labios de su madre. No me miró más. Pero la madre sí lo hizo y sentí que sonreía o algo así. Entendí que me mostraba esa acción aparentemente inútil de su hija como un trofeo, con orgullo y satisfacción. Como tantas otras veces aprendí cuando creía enseñar. Recibí cuando suponía dar. Constaté mi ignorancia cuando pensaba que exponía mi conocimiento. Mi omnipotencia y mi soberbia. ¿Quién me habrá dicho alguna vez que yo podía suministrarle a una madre agonizante “todo lo que necesita” en un estúpido envase de solución salina? Le guiñé un ojo a la madre y le di una palmada en el hombro a la niña. Tal vez así hayan comprendido que yo comprendía. Aunque tal vez no. No tuve el valor de decirles con palabras lo que me habían enseñado.


Pocos días atrás esa niña arrastró a su madre -que casi no podía sostenerse en pié- hasta la sala de Emergencias. Cuando estuvo delante de nosotros se detuvo y, con su elocuente actitud -pero sin decir ni una palabra- nos hizo ver a esa mujer. La acostamos en una camilla y le pedimos a su hija que salga. No hubo manera de moverla de allí. La mujer estaba adelgazada hasta la desnutrición, tenía fiebre, respiraba con dificultad y por breves instantes perdía la conciencia. Por encima del esternón, un hueco enorme se hundía con cada inspiración. Los bordes de los huesos de su cara estaban a punto de salir a través de la escasa piel que apenas los cubría. La asistimos con las primeras medidas de soporte y la internamos en una sala del hospital.


A alguien, alguna vez, se le ocurrió que la presencia de menores en ese lugar estaba prohibida. Pero esa niña no estuvo dispuesta a considerar esa norma ni a escuchar argumentos o razones. La dejamos junto a su madre y, sin que nadie se lo proponga, se desencadenó desde ese momento el sabio mecanismo de la ayuda mutua que allí ya todos conocíamos. Se desató una solidaridad sin estridencias y sin exhibicionismos. Anónima, austera pero efectiva. Como sólo pueden ejercerla los derrotados o los desposeídos. Sin juicios morales ni ejercicios de mala conciencia. Simplemente hechos. La niña fue ocultada en cada oportunidad en que alguien que podría denunciar su presencia pasaba por el lugar. Los burócratas y los gendarmes de las ordenanzas fueron convenientemente alejados o distraídos cada vez que asomaron sus narices por ese sector. Aparecieron frazadas, almohadas, ropas infantiles, juguetes, leche, golosinas y otros alimentos. Manos secretas los dejaban al pié dela cama. Algunas mujeres bañaron a la niña, cepillaron su cabello, la cubrieron con mantas mientras dormía.


Soledad, la madre, me contó que su hija se llamaba Sol. –“¿Cómo vos?” , le pregunté. –“No, yo me llamo Soledad, ella se llama Sol.  No es lo mismo”. 
Soledad tenía un tumor avanzado en su mama y una extensa siembra de metástasis en sus pulmones y columna vertebral. Ya teníamos el diagnóstico. También sabíamos que no tenía ninguna oportunidad de sobrevivir en esas condiciones y que sólo se trataba de tiempo, poco tiempo.


Ayer me pidió hablar un rato conmigo. Señaló a su hija dándome a entender que quería hacerlo sin su presencia. Le pedí a la enfermera que la lleve con ella y me senté a conversar con Soledad. Imaginé que querría hacerme preguntas, saber cómo se encontraba, cuál era su pronóstico. Pero no fue así. Esa mujer ya sabía todas esas cosas, las aceptaba y no tenía preguntas al respecto.


-Quería decirte que yo a vos te conozco desde hace muchos años.

- ¿A mí?

- Sí, a vos

-¿Y dónde nos conocimos?

-En este mismo lugar, hace más de 15 años.

-Es posible, pero no lo recuerdo.

-Yo sí, muy bien. Yo era una de las chicas del “loco Luis”.

El “loco Luis” era un personaje que frecuentaba las guardias del hospital. Un hombre gordo, pelirrojo, de una simpatía arrolladora y un oscuro prontuario policial. Nadie sabía cuando, pero algunas madrugadas asomaba su cabeza enorme por la puerta y gritaba: “¡Doctores, dejen todo que llegó Luisito y sus muñecas!”. Entonces entraba seguido de una corte de mujeres de todas las edades y para todos los gustos. Cada una traía paquetes con pizza, helado o cerveza. Armaban una larga mesa donde distribuían sus obsequios como para dar una fiesta. Desde ese momento nos organizábamos -médicos y enfermeras- para examinar a “sus chicas”, tomarles muestras de sangre, hisopados vaginales, radiografías de tórax. El “loco Luis” las cuidaba y así protegía su negocio. Todos comprendíamos que se tratada de algo ilegal pero nadie lo mencionaba explícitamente. También sabíamos que haciéndolo cuidábamos a esas mujeres  y, a través de ellas, a sus clientes. Después de todo era un acto médico. Más tarde el “loco Luis” tocaba la guitarra, cantaba y estimulaba a sus chicas para que bailen y sirvan sus manjares. La comida y sus chicas eran su moneda de cambio.


-Una noche vos me atendiste. Me tratabas tan “raro”. Me decías: por favor, me decías: señorita…

- Bueno, siempre fui un poco formal…, y ridículo.

-Yo te pregunté por qué me trabas de ese modo tan respetuoso, te dije: ¿vos sabés quién soy yo? Y me respondiste: ¿Yo la trato de este modo por lo que soy yo, no por lo que es usted? Te juro que nunca me pude olvidar de eso.
No supe qué decirle. No recordaba nada. Si eso era verdad, no había sido para mí algo que la memoria guardara con la precisión con que parecía haberlo hecho en Soledad.


-No lo recuerdo. Pero creo que debo disculparme con vos. No tiene ningún mérito que alguien trate a las personas por lo que él mismo cree que es. Lo importante es hacerlo por lo que los otros son, no importa a qué se dediquen. ¿No te parece?

-No sé, voy a pensarlo. Pero quiero que sepas que esa noche me hiciste muy bien. Yo recién llegaba de mi provincia, tenía diecinueve años y estaba muerta de miedo. No sé si lo que me dijiste era correcto, pero yo necesitaba algo así y vos me lo diste.

Soledad se agitaba, tenía dificultades para mantenerse lúcida y alternaba con momentos de somnolencia o de letargo. Le coloqué la máscara de oxígeno y me quedé a observarla hasta que se durmió profundamente. Su hija se acercó. Acomodó su cuerpo en la cama de su madre. Rodeó con su brazo el cuello de Soledad y quedó hipnotizada mirando las burbujas que se producían en el humidificador.


Por la mañana detuve mi auto frente al hospital y vi como Sol se acercaba a las ventanillas y extendía su mano sin decir ni una palabra. Los conductores estaban tan apurados que no la veían. Desde cada auto se escuchaban las voces de las radios dando las noticias del día. Un hombre se afeitaba con una máquina eléctrica mirándose en el espejo retrovisor mientras esperaba la luz del semáforo. Sol llegó a donde yo estaba. Puse varias monedas en su mano. Me miró. Me reconoció de inmediato. Vos no. Me dijo, y lo repitió: –Vos no. Entonces hundió todo su brazo entre las ropas y las revolvió durante algunos segundos. Sacó de allí un paquete arrugado y sucio y puso sobre mi mano: las monedas que yo le había dado, una galletita rota en tres o cuatro pedazos y el más maravilloso puñado de migas amarillentas que yo haya visto jamás.
Daniel Flichtentrei
* Imagen Egon Schiele
http://www.intramed.net/home.asp

Ruben Juarez



Te fusite solo del barrio, o quizas, como dicen los Artistas, solo se fue de gira por ahi....Raúl Lavie

Fuente: http://unblogdetangoyvideos.blogspot.com/

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"The Blues - Martin Scorsese - 2003". B. B. King

VOLUMEN 3:

Camino a Memphis
119 minutos
Director: Richard Pearce
Sinopsis: El director de A Family Thing se interna en la ciudad que vio nacer a B.B. King y le hace un homenaje para que se nos caigan las babas. En el episodio, como si fuera poco, vemos actuaciones inéditas de King y sus amigos.


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ECONOMIA - OPINION (y CONTRAOPINION)

LA MITAD

 Por Alfredo Zaiat
La deuda pública nacional bruta alcanzó el equivalente a 156.691 millones de dólares a junio de este año. Es un monto que no incluye los bonos defolteados que no ingresaron a las dos etapas del canje ni los activos financieros afectados al pago de deuda que reducen el pasivo neto. Esa suma representa el 48,6 por ciento del Producto Bruto Interno, bastante menos que el 166 por ciento de 2002, que refleja el efecto combinado de un fuerte crecimiento de la economía con un intenso proceso de cancelación de deuda en ese período. Ese abultado pasivo y la elevada partida destinada a sus servicios en el proyecto de Presupuesto 2011 (en pesos equivalente a 9095 millones de dólares) presentan el escenario como un frente complejo. Sin embargo ese panorama se alivia sustancialmente al analizar la composición de la deuda por acreedor: la mitad está en poder de dependencias del sector público, destacándose el Banco Central, la Anses, el Banco Nación y el Fondo de Garantía de Sustentabilidad del régimen previsional. Del total, sólo 55.542 millones de dólares, que representan el 35 por ciento de la deuda pública y apenas el 17,2 por ciento del PIB, está en manos de inversores privados en el mercado. Esta novedosa distribución de la deuda por acreedor es uno de los cambios estructurales más notables y poco considerado en la evaluación de la magnitud de los pasivos públicos. Los pasados esquemas de análisis de las condicionalidades de la deuda sobre la política económica requieren ser revisados ante esta nueva realidad.
Cuando se observan los compromisos anuales a cancelar se debe apreciar que la mitad será operaciones intra sector público. No presentarán complicaciones ni exigencias de tasas más altas que las vigentes en plaza. No es algo fuera de lo común en otras economías. Las transacciones de colocación y renovación de papeles de deuda entre dependencias públicas son usuales en las administraciones de países desarrollados. No generan alertas ni observaciones críticas de representantes de la ortodoxia, ni mucho menos de miembros de la corriente crítica al discurso dominante. En economías periféricas ese tipo de estructura de deuda no ha sido usual y por ese motivo lo que permite ahora es disminuir la influencia del poder de veto que el mercado financiero y organismos de crédito internacional buscan ejercer frente a la necesidad de fondos para refinanciar vencimientos.
La transformación de la composición de la deuda ha tenido un recorrido que merece precisarse para evitar caer en las trampas de la confusión sobre ese tema. Ese proceso comenzó con la declaración de la cesación de pagos en 2001. Desde entonces se concretaron diferentes pasos que redujeron el peso de la deuda sobre la economía y que cambió el perfil del acreedor. El primero fue la importante quita del capital sobre el stock de pasivos en default en las dos fases del canje. Luego, ante el castigo al país aplicado por el mercado por esas medidas, que clausuró el acceso al crédito internacional, el superávit fiscal permitió la cancelación neta de compromisos. Después, la crisis internacional y el carácter insostenible del sistema privado de jubilaciones impulsaron el fin de las AFJP. Esta trascendental reforma significó la recuperación de un voluminoso stock de títulos públicos que pasó a integrar el Fondo de Garantía de Sustentabilidad del sistema previsional estatal. A la vez, desde 2003 el Banco Nación, la Anses y el Banco Central fueron sumando bonos en su cartera y durante los años de la debacle global intensificaron compras a precios de default. El último paso importante en ese proceso fue la implementación de la estrategia de pagar deuda con una pequeña porción de las engordadas reservas del Banco Central. El antecedente fue para suprimir la cuenta de casi 10 mil millones de dólares con el FMI a fines de 2005, habilitando de ese modo seguir saldando vencimientos con otros organismos internacionales en los años siguientes (2187 millones de dólares en 2010). Desde este año se agregó el pago de bonos en cartera de privados (4382 millones de dólares) por esa vía. En el proyecto de Presupuesto 2011 se incluye la creación de un fondo de 7509 millones de dólares de reservas del Banco Central para ese mismo objetivo.
Este ciclo de administración de pasivos públicos ha derivado en un sustancial cambio al momento de abordar la cuestión de la deuda. En un reciente informe de la Oficina Nacional de Crédito Público, publicado en un mejorado sitio de Internet del Ministerio de Economía al incluir documentos explicativos sobre temas de debate, se precisa que la deuda con organismos internacionales sumaban 17.174 millones de dólares a junio de este año, equivalente al 5,3 por ciento del PIB. Se sostiene que desde una perspectiva de largo plazo, se observa una continuidad en el proceso de reducción de la deuda pública nacional iniciado en 2003. Mientras que a la salida de la convertibilidad esta deuda tenía un nivel que la hacía impagable, actualmente la deuda es comparativamente menor que la de la gran mayoría de los países desarrollados e incluso que la de algunos países de la región que actúan de referencia, como Brasil.
Como se mencionó al comienzo, en ese informe se detalla que el 49,8 por ciento del total de la deuda por 156.691 millones de dólares corresponde a tenencias de agencias del sector público nacional; el 11 por ciento son deudas bilaterales en situación de pago normal o préstamos de organismos multilaterales de crédito; el 3,7 por ciento son deudas que presentan atrasos, elegibles para su renegociación en el marco del Club de París; en tanto que sólo el 35,4 por ciento restante son deudas con el sector privado, en su gran mayoría instrumentadas en títulos públicos o préstamos garantizados.
Al observar estas cifras, el reclamo del no pago de la deuda o su auditoría para determinar su carácter fraudulento necesitaría precisiones: la mitad se encuentra en manos de organismos públicos constituyendo parte del patrimonio de toda la sociedad. Apenas un tercio está en manos privadas con tendencia a seguir disminuyendo por la restricción existente al acceso de fondos especulativos en el mercado internacional a tasas razonables. Pero fundamentalmente por la estratégica decisión de no contraer deuda cara y continuar con la aplicación de reservas al pago de vencimientos de capital e intereses de títulos en manos de inversores privados.
azaiat@pagina12.com.ar

AUTONOMIA
 Por Alfredo Zaiat
La crisis internacional más devastadora desde el crac del ’29 ofrece la oportunidad de revisar ciertos conceptos referidos al vínculo de los países con su deuda y el mercado financiero. Que exista esa posibilidad no significa que sea aprovechada, pero, a diferencia del período previo, se presentan las condiciones para revisar ideas consideradas incuestionables durante años. Algunas provienen de las corrientes del pensamiento crítico, como la que sostiene que la deuda externa sigue siendo una restricción relevante de la economía doméstica. Otras emanan de los sectores conservadores, como la que reclama la necesidad de la colocación de deuda en la plaza internacional como signo de recuperación de confianza de operadores del exterior.
Esta última misión puede tener el objetivo de definir una tasa de interés por debajo de los dos dígitos para facilitar líneas de financiamiento externas al sector privado. También puede pretender que se exhiba de ese modo el respaldo de inversores internacionales. En el pasado se ha transitado ese sendero sin beneficios considerables. La estrategia de colocar deuda en el mercado externo, como la del bono Global 2017 entregado por los intereses caídos de bonos en default en el último canje, implica resignar la jurisdicción nacional en caso de pleitos. Teniendo en cuenta el antecedente de la cesación de pagos y la intensidad de los juicios entablados en Tribunales de Estados Unidos y Europa contra Argentina, esa cesión de soberanía en materia judicial no resulta muy alentadora. Más aún con la referencia inmediata de los Tratados Bilaterales de Inversión. En la década pasada bajo el paradigma neoliberal y las recetas del Consenso de Wa-shington se argumentaba que así se alentarían inversiones extranjeras supuestamente protegidas de los riesgos de la inestabilidad política e institucional de países denominados emergentes. La característica distintiva de ese tipo de tratados fue la resignación de soberanía del Estado argentino, ya que esos convenios establecieron la prórroga de jurisdicción en favor de tribunales arbitrales. En caso de controversia, en lugar de intervenir la Justicia argentina, entiende un tribunal de arbitraje (Ciadi, dependiente del Banco Mundial). Por ese motivo, el país afronta más de treinta demandas millonarias ante el Ciadi, con suerte diversa, a raíz de supuestos incumplimientos de los TBI.
Existe un entusiasmo asombroso en la plaza financiera y en el Ministerio de Economía por la posibilidad de emitir una ampliación del Global 2017 u otro título similar a una tasa por debajo del 10 por ciento anual. Ese papel de deuda se colocaría bajo normas de legislación internacional, como en la segunda ronda del canje, sin detectarse la necesidad imperiosa de conseguir esos fondos por esa vía. A nivel local se registran importantes excedentes, como la abundante liquidez contabilizada por los bancos, que más que alcanzarían para suscribir esa emisión de deuda, bajo jurisdicción local. Esta opción implicaría dejar atrás esa trampa que colocan en el camino de las economías periféricas grandes bancos de inversión y calificadoras de riesgo con la colaboración de voceros locales. La debacle de las potencias económicas facilita el escenario para ampliar los márgenes de autonomía respecto del capital financiero externo, y una de esas formas sería no reiterar el error de emitir deuda bajo legislación internacional.
Esta opción implicaría definir con autoridad, ya superada la etapa del default del 2001, aunque resta la normalización con el Club de París, que la estructura de la deuda pública y su intervención en el patrón de acumulación del capital han registrado una transformación notable en estos años. El Ministerio de Economía no muestra mucho esfuerzo en precisar esos cambios puesto que insiste con que sería un logro la emisión de deuda en el mercado internacional a tasas de un dígito. Tampoco expone el programa financiero y el cuadro de los pasivos externos, entre otras variables clave. Es llamativa la pobreza del sitio de Internet de esa dependencia en ese campo informativo; no así en las actividades del ministro. Esto colabora para que el tema de la deuda permanezca en el debate público como si no hubiera cambiado nada de la economía local y mundial.
Para muchos analistas de la centroizquierda e izquierda resulta más sencillo mantener los esquemas rígidos de evaluación, inalterables en el tiempo, porque permite transitarlos por el camino conocido. Pero hoy la deuda no es una restricción para la economía, ni por magnitud ni por su horizonte de vencimientos, ni por las condiciones de la economía global (tasas bajísimas, commodities en alza y nuevas potencias en ascenso). Se trata de una cuestión sustancial debido a que la continua expansión de la deuda desde 1976 hasta el default y la resolución del corralito se ha constituido en uno de los más formidables obstáculos para el crecimiento del país. Investigar los responsables de ese período resulta necesario para comprender los cambios cualitativos y cuantitativos de la etapa que se abrió a partir de la renegociación de la deuda en cesación de pagos.
La escasa información oficial sobre la deuda es cubierta por un interesante documento elaborado por el Estudio Bein & Asoc. Default no... ¿Investment grade? Luego de mencionar que fue como armar un rompecabezas a partir de la información segmentada publicada por los organismos estatales, Bein alcanzó a determinar la composición de las tenencias de deuda en el sector público. Es un dato muy relevante para evaluar el grado de importancia de la deuda como restricción del desarrollo económico y, por lo tanto, cuál es el margen de acción de la política económica. Del total de la deuda pública, que ascendía a 154.229 millones de dólares a fines del año pasado, unos 60 mil millones son pasivos intra sector público (títulos en manos de la Anses, Banco Central y otras dependencias oficiales). Se sabe que la refinanciación de esa deuda no genera ninguna dificultad, como se observa en usuales operaciones que realizan todos los tesoros de los países desarrollados y potencias emergentes. Esto implica que la deuda neta sin esos pasivos desciende a 94.143 millones, que se reduce a 77.934 millones sin considerar las obligaciones con organismos internacionales (Banco Mundial y BID, entre otros). Con esas cifras la relación de la deuda que flota en el mercado y el PBI se ubica en apenas el 25,1 por ciento. Para fines de este año, esa porción de la deuda habría descendido a 72.800 millones, 20,8 por ciento del Producto. Bein explica que “las cancelaciones netas con superávit financiero hasta 2007, la licuación de la deuda indexada a partir de entonces (calculó que la subestimación de la inflación generó un ahorro de 78 mil millones de pesos, equivalente a 19.700 millones de dólares al tipo de cambio actual), la estatización de los fondos de pensiones, la colocación de letras a organismos intra sector público y la compra de deuda en el mercado a precios de default, junto con un fuerte crecimiento del PIB en dólares (parte por cantidades y parte por caída del tipo de cambio real) generaron un desplome en el ratio deuda a PIB que flota en el mercado”.
De acuerdo con la investigación de Bein, respecto de fines de 2005, cuando ya se había concretado el primer tramo del canje de la deuda en default, la caída de ese ratio alcanza a 30 puntos porcentuales y a 31 mil millones de dólares en términos nominales. “La trayectoria del desendeudamiento en el mercado como consecuencia del no acceso al crédito no sólo se sostuvo sino que además se profundizó”, señala Bein, para agregar “a pesar del hecho de que la política fiscal siguió siendo sistemáticamente expansiva” diluyendo el superávit de las cuentas públicas. La estrategia de desendeudamiento genera como contrapartida una fuerte caída de las necesidades de financiamiento en el mercado, que se reduce aún más con la oportuna utilización de reservas para aplicarlas a cancelación de obligaciones. A la vez, con el saldo positivo de las cuentas externas, la recuperación del excedente fiscal y las generosas reservas del Banco Central, el margen para el manejo de la deuda se vuelve muy holgado y, si se quiere, evita ingresar en el circuito especulativo del capital financiero externo.
azaiat@pagina12.com.ar


luego de haber subido este post, me enviaron esto via mail. Como no me permite el HTML colocarlo en Comentarios, va aqui como Contra Opinion.

LA TRAMPA DEL DESENDEUDAMIENTO PÚBLICO.
Por Héctor GIULIANO (26.9.10).


En la fecha Página 12 edita un artículo de Alfredo Zaiat donde – en línea con una posición de defensa a la gestión del Gobierno Kirchner en materia de Deuda Pública - se plantean argumentos incompletos y engañosos acerca del estado actual del endeudamiento argentino. El objeto de este breve trabajo es formular algunas observaciones y comentarios de importancia que fundamentan esta aseveración personal.


Desde el Megacanje Kirchner-Lavagna del 2005 la política de la actual Administración ha sido diferir Deuda Pública, capitalizar Intereses, emitir Deuda ajustada por Inflación, reconocer adicionales por Cupones ligados al PBI, negociar un arreglo de la Deuda Externa del Proceso Militar con el Club de París, pagar Deuda a Organismos Multilaterales de Crédito (FMI, Banco Mundial, BID) y también a Acreedores Privados con Reservas del BCRA (que fueron compradas con Deuda de Letras y Notas). Y todo ello con la finalidad expresa y declarada de volver al Mercado Internacional de Capitales para tomar nuevas Deudas.


LOS NÚMEROS DE LA DEUDA.


Según cifras oficiales del Ministerio de Economía, la Deuda Pública al 30.6.10 es de 156.700 Millones de Dólares (MD), a los que hay que agregarle 16.500 MD más por la Deuda no presentada al Canje del 2005: en total, 173.200 MD. Más del 60 % de esta deuda está contraída en Moneda Extranjera.


Nuestro país no tiene demostrada la capacidad de repago para responder a este stock de Deuda y, tal como se viene haciendo desde hace 30 años y a través de sucesivos gobiernos – desde el Proceso hasta la fecha – su porvenir es sólo acotar el importe de pago de los Servicios de Intereses y refinanciar o reestructurar permanentemente sus vencimientos de Capital. 


Cabe aclarar que este monto de 173 mil MD es la Deuda en cabeza del Estado Central. No están incluidas aquí: a) la Deuda cuasi-fiscal del Banco Central (BCRA), a través de LEBAC y NOBAC, que suman el equivalente de 21.000 MD, b) la Deuda Consolidada de las Provincias (que, lo mismo que la Nación, no incluye el cómputo de la Deuda Flotante) y que totaliza unos 27.000 MD (105.000 Millones de Pesos-M$), si bien las 2/3 partes están contraídas con el Estado Central, c) las Deudas de los Municipios, sobre las que no hay datos, d) las Deudas de Organismos Nacionales, Empresas del Estado y Fondos Fiduciarios, sobre las que tampoco hay datos, ni e) la Deuda Contingente por Juicios contra el Estado, que normalmente no se considera a los efectos del cálculo de Pasivos Públicos.


Además, debe tenerse presente que existe Deuda no Registrada por el Gobierno, que está dada fundamentalmente por el monto de los Intereses a Capitalizar, los ajustes de la Deuda en Pesos indexada por CER, el pago de los Cupones ligados al Producto Bruto (ULPBI) y el valor de mercado de dichos cupones, para el caso de rescate.


La Deuda estaría aumentando así, por estos conceptos, entre 6.000 y 8.000 MD por año inercialmente, es decir, aunque la Argentina no contrajera nuevas deudas. Si el año pasado (2009) no se incrementó en esta proporción no fue porque se cancelaran más obligaciones con recursos ordinarios sino porque se usaron Reservas Internacionales para pagar Deudas y porque excepcionalmente se produjo una diferencia de cambio favorable con respecto al Dólar, lo que llevó a una contención contable de las cifras del endeudamiento, que de todas maneras creció en 1.000 MD.


Todo esto significa que la Deuda Pública Nacional sobrepasa los 200.000 MD y que las cifras finales no están claras ni completas a través de las informaciones oficiales.


Según datos tomados del Proyecto de Ley (PL) 2011, el PBI Argentino sería hoy de unos 330.000 MD, por lo que una Deuda del Gobierno Central del orden de los 173.000 MD equivaldría al 52 % del Producto.


Este Índice Deuda/PBI – comúnmente usado como ratio de medición de la Deuda Pública – no tendría, por otra parte, una significación muy concreta en términos de capacidad directa de repago del país porque toma en cuenta dos cifras de naturaleza diferente: un total de Deuda Financiera contra el valor de la Producción Nacional de un año.


Pero dejando de lado cuestiones de metodología – que son opinables - y volviendo al contenido del artículo de referencia, nos encontramos con un razonamiento no completo en lo tocante las cifras del Proyecto de Presupuesto 2011 y en lo inherente al cambio en la estructura del endeudamiento que se está produciendo en la Argentina.


DEUDA Y PRESUPUESTO 2011.


El pago anual de Intereses de la Deuda en 2011 sería de unos 9.000 MD (36.400 M$), contra 7.200 en 2010 (28.400 M$): un aumento del 28.5 % (que se supone en gran medida influido por la normalización de deudas en default y retoma de los pagos de cupones ligados al PBI).


El Proyecto de Presupuesto 2011 prevé Amortizaciones de Deuda Pública por el equivalente a 27.400 MD y la toma de Nueva Deuda por 36.800, esto es, que el aumento de la Deuda está previsto en 9.400 MD.


Además, la iniciativa oficial prevé el pago de 7.500 MD con Reservas del BCRA (Artículo 65), contempla el pago de 2.200 MD por cupones del PBI a fin del año y autoriza endeudamiento adicional del Ministerio de Planificación por 7.600 MD para “Inversiones Prioritarias” (Artículo 50). 


Por ende, el stock de Deuda previsto para el año que viene se incrementa sustancialmente en relación al año actual, aún con el uso de los activos financieros del BCRA para los pagos parciales de Capital, porque lo concreto es que la Deuda va a seguir aumentando.  


LA DEUDA INTRA-ESTADO.


El Gobierno Kirchner, como es de público y notorio conocimiento, está utilizando Activos Financieros del Estado para pagar Deuda Pública. Se trata, en su mayoría, de préstamos forzosos obtenidos de la ANSES y del BCRA; de modo que la Deuda Intra-Sector Público ha venido creciendo en forma extraordinaria. Según el Ministerio de Economía sería el 54 % de la Deuda Total.


Pero la proporción de Deuda de los Entes Oficiales que más prestan al Tesoro es muy alta: el 62 % del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) del Sistema Previsional (ANSES) está colocado en Títulos Públicos (unos 23.000 MD) y las magnitudes de Préstamos por parte del BCRA – Adelantos Transitorios al Tesoro por más de 10.000 MD y Cartera de Bonos en poder del Banco por otros 20.000 MD (sin contar la transferencia de Utilidades) – es igualmente récord.


Ahora bien, qué significa esta Deuda Intra-Estado?


La Administración Kirchner está multiplicando sus operaciones de refinanciación continua de vencimientos a través de novaciones de Deuda y de Administración de Pasivos, que consisten – estos últimos – en el pago a unos Acreedores (Acreedores Privados) con nuevos préstamos colocados en otros acreedores (Entes Públicos).


Dicho con otras palabras: el Gobierno está pagando grandes sumas de dinero para cumplir rigurosamente con los Acreedores Privados a costa de endeudarse con el propio Estado, una suerte de “empapelamiento” Intra-Estado apelando a sus Activos Financieros.


Porque así como en la Década del ´90 la Administración Menem – siguiendo la fórmula de Pago de Deuda con Activos dictada por los Acreedores - pagó parte de la Deuda Externa con Empresas del Estado, que eran Activos Físicos, hoy la Administración Kirchner está apelando a la misma fórmula de Pago, con la diferencia que usa Reservas Internacionales del BCRA, que son Activos Financieros. Pero el efecto de descapitalización o debilitamiento de los Activos es el mismo y el costo alternativo sobre las Finanzas del Estado por el uso de estos fondos también.


Con el agravante que las Reservas del BCRA que se usan para pagar Deuda con los Organismos Multilaterales de Crédito (FMI, Banco Mundial, BID y CAF, e incluso Club de Paris) y con Acreedores Privados han sido compradas con Deuda del Banco Central (por la vía indirecta de LEBAC y NOBAC). 


Cuando la Presidenta y el Ministro de Economía dicen que es negocio seguir pagando deudas con Reservas – que hoy sólo estarían rindiendo el 0.5 % - en lugar de refinanciarlas con nuevas deudas tomadas a más de un dígito de Interés (y hasta una supuesta oferta al 8.75 %) omiten decir que las reservas del BCRA con que se paga a los Acreedores están tomadas con deudas contraídas por el Banco a una tasa promedio del 14 % anual en pesos que hoy, con el “dólar quieto”, equivale a un 14 % en dólares. 


Entonces, nos encontramos con la realidad que el Gobierno Kirchner está abonando a los Acreedores Privados con la contracción continua de más Deuda Pública Intra-Estado, lo que acentúa el proceso de empapelamiento propio sin capacidad de repago y la descapitalización o riesgo de baja calidad de los activos del Banco Central, de la ANSES, del Banco Nación y de todos los Entes de la Administración Nacional que le siguen prestando al Tesoro.


UNA SITUACIÓN TRANSITORIA.


Pero en todo este proceso de pseudo-desendeudamiento en curso hay elementos tanto o más graves todavía ya que esta operatoria sistemática de pagos en curso – que es presentada como favorable, manejable y rentable – tiene por finalidad, expresa y declarada, “acceder al Mercado Internacional de Capitales”  lo que, en buen romance, significa volver a endeudarnos.


Porque el objetivo de la actual política de cancelaciones a ultranza con nuevas deudas (hoy por hoy principalmente Deudas Intra-Estado) y con Activos Financieros del Estado (Reservas del BCRA) deviene así tan sólo un “Préstamo-Puente” que el Gobierno se da a sí mismo para aguantar un período de transición con la finalidad de volver a tomar más deudas que lo seguirán manteniendo en el Sistema de Deuda Perpetua que rige en nuestro país desde hace 30 años.


O sea, que esto no se hace para salir de la Trampa de la Deuda sino, por el contrario, para permanecer dentro de ella.


La Administración Kirchner está pagando a los Acreedores Privados y a los  Organismos Financieros Internacionales para liquidar Deuda Vieja y quedar en libertad de acción para seguir contrayendo Deuda Nueva; no para bajar el stock de Deuda (que considera bueno pese a que las autoridades no pueden demostrar la capacidad de repago del país) sino para pedir prestado más fondos, con el argumento que ese dinero se conseguirá así a una Tasa de Usura un poco más baja que la actual (ayudado por la circunstancia de una caída generalizada de tasas a nivel mundial antes que por el supuesto “mérito” de la Argentina).


Y con el peligro que más de la mitad de la Deuda está hoy  nuevamente contraída a Tasas de Interés variable.


Por eso, la idea de “transformación” de la estructura de Acreedores de la Deuda Pública con una menor proporción de Acreedores Privados es engañosa, porque sólo refleja una situación transitoria, ya que es producto del privilegio de pago a ciertos acreedores (que la Opinión Pública desconoce dado que las Operaciones de Crédito Público son secretas) y porque – conforme se sospecha y se está incluso denunciando – las autoridades pudieran estar favoreciendo a ciertos tenedores de bonos rescatando títulos a mayor precio que el de cotización en el Mercado.


De allí la importancia que el Congreso audite las Operaciones de Crédito Público, no sólo para saber si el Gobierno cumplió con el requisito fijado de un Canje 2 en condiciones no mejores que las del Megacanje 2005, sino además para poder conocer a qué Acreedores y en qué condiciones se les está comprando o pagando a costa de seguir endeudando al Estado consigo mismo.


EL ALLANAMIENTO A LOS ACREEDORES.


Todo este proceso en curso, finalmente, no puede entenderse si no se percibe un replanteo de fondo del Gobierno en aras de reemplazar la estructura de Deuda hoy existente por una nueva estructura tendiente a efectivizar una suerte de “borrón y cuenta nueva” en las Deudas del Estado.


Este mecanismo está llevando a una nueva etapa de sustitución o reemplazo de Deudas Viejas por Deudas Nuevas que, aparte de continuar el circuito permanente de re-endeudamiento, favorecen el anonimato del negociado continuo del Sistema de la Deuda.


Con el agravante que la Presidenta, en su Discurso del 4.3.10, no sólo sostiene la legitimidad incuestionable de toda la Deuda Pública – en línea con los intereses de los Acreedores – sino que con ello está soslayando además el valor de todas las investigaciones en curso sobre las gravísimas irregularidades de la Deuda contenidas en las Causas Olmos I – que está todavía pendiente de tratamiento por parte del Congreso – Olmos II s/endeudamiento bajo los gobiernos democráticos sucesores del Proceso Militar, Megacanje De la Rúa-Cavallo de 2001 (que se encuentra en Segunda Instancia) y Denuncia Olmos Gaona-Marcos, que pide investigar la responsabilidad de todos y cada uno de los gobiernos que contrajeron y siguen contrayendo Deuda Pública, incluyendo el actual.


Los razonamientos convalidantes del discurso oficial y de la gestión de re-endeudamiento de la presente Administración Kirchner ocultan esta suerte de “Lavado de Deuda” que hoy se está produciendo en la Argentina y esconderían así el nudo de la Cuestión del Sistema de Deuda Perpetua bajo la tradicional complicidad de los Gobiernos de Turno con los Acreedores del Estado.-    


Lic. Héctor L. GIULIANO
Buenos Aires, 26.9.2010
Se destaca que Lic. Héctor Giuliano, es Licenciado en Administración, egresado de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, orientado profesionalmente a organización y sistemas y a planificación económico-financiera, en la actividad privada; experto en temas de Geopolítica, Finanzas Públicas y Economía. Fue asesor durante más de una década en el Congreso de la Nación, desde la década de los ‘80 ha venido estudiando especialmente la problemática de la deuda pública argentina, sobre éste y otros temas ha dictado numerosas conferencias y cursos, así como escribió diversos trabajos y notas periodísticas.
Es autor del libro “Problemática de la Deuda Publica Argentina” en tres tomos, subtitulados: i. la dueda bajo la administración Kirchner; II Megacanje y crisis de deuda 2001 y III Deuda, Moneda y Usura.

martes, 28 de septiembre de 2010

Política Latinoamericana - Un salto cualitativo

http://www.enriquelacolla.com



Un salto cualitativo

Más allá de las turbulencias de una política nacional confinada por la oposición a un juego de masacre, América Latina acaba de dar un paso muy importante en la vía que lleva a su unidad.

Estos son días de confusión en el ámbito de la política nacional. Esto no es ninguna novedad. Pero lo que diferencia a este momento de otros instantes del turbio discurrir político de nuestro país es el grado de irritabilidad y la extrema tensión que exhiben los sectores en pugna. Los ímpetus destituyentes del conglomerado en que se alinea la oposición no tienen otro factor que los acomune que el deseo de trabar las iniciativas gubernamentales, más allá de cualquier evaluación de estas. Para poner un ejemplo: la actitud del Senado convocando con 45 minutos de antelación a la designada presidente del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, que violó todos los plazos reglamentarios y se salteó el debate. Asimismo, la decisión inicial de rechazar el pliego de la nueva titular del Banco sin darle oportunidad siquiera de hacer uso de la palabra redobló la arbitrariedad y la insolencia de lo que podría denominar “el frente del rechazo”. Nucleamiento que, en el fondo, y por el simple peso de los datos objetivos que da la relación de fuerzas dentro del arco opositor, es expresivo del poderío de los sectores vinculados a la ortodoxia económica de cuño neoliberal. ¿O pueden los personeros de la izquierda, que guardaron un silencio cómplice ante el procedimiento inquisitorial del Senado contra Marcó del Pont, suponer que los sectores postergados a los que dicen representar van a salir favorecidos con este bloqueo?

Es cierto que el tema de la utilización de las reservas para servir los intereses de la deuda en gran parte ilegítima que nos abruma es una cuestión espinosa, pero pasa en primer término por un dilema de hierro: pagar con esos fondos –que según todos los cálculos serán compensados con creces al finalizar el año fiscal y con el ingreso de las divisas provenientes de la exportación- o pagar con ajuste. Esto es, con un retorno a las políticas de Cavallo, Menem o De la Rúa.

La otra opción, no pagar en absoluto, es inviable en el marco de las relaciones de fuerza internacionales. Con todo, ello no debería obstar para auditar, investigar a fondo y de una vez por todas la gigantesca trampa en que el país fue sumido a partir de los tiempos de la dictadura, preparando así el terreno para un eventual desconocimiento de los montos ilegítimos de la deuda cuando Argentina pueda ser acompañada en esa actitud por una solidaridad regional que todavía no está madura.

El gobierno nacional tampoco se ha distinguido por su prudencia y por su sentido de las proporciones en la áspera pelea que viene sosteniendo contra el frente opositor. El discurso presidencial arremetiendo contra el Poder Judicial como un bloque no ayudó a facilitar las cosas en un momento en que la relación de fuerzas en el Parlamento es desfavorable al gobierno y en que vastos sectores de la opinión, básicamente de clase media, aparecen como permeables al discurso de los monopolios mediáticos, empeñados en una ofensiva que apunta a un golpe institucional con sabor a vendetta y que expresa asimismo los intereses del establishment oligárquico y financiero. Un poco más de astucia no habría venido mal. De cualquier modo es preferible la actitud de Cristina Fernández, que pone de manifiesto su voluntad de no arredrarse frente a la ofensiva sino de contraatacar con fuerza, a una postura débil y timorata. Pero la cosa tendría más sentido si el gobierno estuviera dispuesto a movilizar masivamente a una base social (presunta) contra el lobby judicial, político y eclesiástico que hoy se esfuerza en ponerle bastones en las ruedas. Empero, no hay señales evidentes de que eso vaya (o pueda) suceder y esa incógnita siembra la duda incluso entre quienes no verían con desagrado rumbo de colisión más directo todavía.

Por supuesto, importa diferenciar entre el oficialismo, que cuenta con un proyecto coherente, renovador hasta cierto punto, que está unificado y dispone de una conducción precisa, y el batiburrillo opositor, donde se codean los exponentes de lo peor que tuvo que soportar el país en su larga historia, con grupos de izquierda y con remanentes rescatables de un partido que fue capaz de encarnar unas legítimas aspiraciones nacionales en algún período de su trayecto, como lo fuera el radicalismo. Ahora bien, lo que se ventila en esta puja es la gobernabilidad de aquí al 2011 y, en consecuencia, la posibilidad de mantener un rumbo similar o superior al adoptado a partir del 2003, o volver a las prácticas neoliberales, que proponen con una terquedad digna de mejor causa la subordinación del país al diktat de los organismos internacionales de crédito y, como inexorable consecuencia, al ajuste perpetuo.

El dilema está claro. Sólo el poder hipnótico de los mass media y la ignorancia y despolitización que el lavado de cerebro que estos han fomentado a lo largo de décadas en amplias capas de la opinión, pueden perturbar el juicio de esta y volcarla a un voto suicida, no sólo para el país en general, sino también para muchos de los que protestan contra el estado de cosas sin haber elaborado un juicio cierto acerca de sus características y ostentando una fabulosa falta de memoria respecto de lo acontecido en nuestro pasado reciente.

El seguimiento del curso que está tomando la realidad política en el plano interno no debería sin embargo hacer perder de vista algunos hechos relevantes que se han producido en estas semanas, que nos afectan y que, con seguridad, van a tomar un relieve mucho más evidente a medida que pase el tiempo y se disipen los malos vapores que emanan del caldero de la política pequeña y de los recocinados intereses de los grupos dominantes.

Un paso adelante

Por ejemplo, la reciente cumbre presidencial de Cancún, que dio a luz a un nuevo organismo: la Comunidad de Naciones de América Latina y el Caribe. Su destino, como el de todas las cosas cuando nacen, es aun incierto, pero la determinación de fundarla es un salto cualitativo muy grande respecto de lo que hasta ahora han sido las relaciones entre los países que se extienden al sur del Río Bravo.

La unidad de América Latina es una posibilidad abonada por la cultura y la historia, pero de ninguna manera es una fatalidad, una perspectiva irrevocable. Obtenerla costará esfuerzos y tal vez grandes sacrificios. Desde el nacimiento de los países cuya independencia se festeja en este Bicentenario, su destino se encontró a la sombra de los imperialismos. Gran Bretaña primero y, después, en forma gradual pero aplastante, Estados Unidos, ejercieron un derecho de pernada sobre las sociedades nucleadas en torno de unas ciudades portuarias que se convirtieron en el punto organizador de unas “naciones” vueltas del revés, olvidadas de su propio desarrollo y orientadas en la dirección que les marcaba su comercio externo; lo que les supuso un crecimiento contrahecho y dependiente. Menudearon las intervenciones, presiones y golpes de estado para mantenerlas en esa situación, piloteados o alentados por el imperialismo. En algunas ocasiones esos operativos se transformaron en actos de piratería lisa y llana que se adueñaron de porciones importantísimas de territorio. El caso de México es ilustrativo en este sentido. Al final de la guerra de 1846-47, provocada por Estados Unidos, hubo de ceder el 51 por ciento de su superficie, hoy convertida en los estados de California, Nuevo México, Arizona y Texas. La invención de Panamá, arrancado a Colombia por golpe secesionista promovido por Estados Unidos a los fines de controlar la zona y construir en ella el estratégico canal interoceánico, fue en 1903 otro ejemplo de la indefensión de estos países. Para rematar podemos apelar al fresco recuerdo de la guerra de Malvinas, en 1982, cuando un poder extracontinental reafirmó militarmente su usurpación del archipiélago con el apoyo explícito y práctico de Estados Unidos, sin el cual la guerra pudo haber tenido un final muy diferente al que tuvo.

En apariencia se trata de un desarrollo paradójico, puesto que, junto a estas tropelías, Estados Unidos siempre adujo tutelar la libertad y la democracia de nuestras naciones. Desde luego, esto es una simple paparrucha, una mentira evidente que los sectores dominantes de estos países –que viven en estrecha simbiosis con el sistema de poder global- no se tragan pero que admiten con cínica benevolencia. Ella ha fungido como vaselina mediática para agilizar el tránsito de los lugares comunes que generan el ámbito de irrealidad en el cual nos movemos y donde tan difícil se hace promover iniciativas nacionales dotadas de asidero.

Desde un principio todas las doctrinas elaboradas por Estados Unidos respecto de Latinoamérica estuvieron inspiradas por la inserción de esta como parte subordinada al “destino manifiesto” del país del Norte. La doctrina Monroe (América para los americanos) transparentó esta proposición, toda vez que, para la comprensión corriente del pueblo estadounidense, por americanos se entiende a los nativos de su nación. El discurso se refinó andando el tiempo, pero todos los instrumentos que surgieron con el aliento de Washington para servir a la organización del hemisferio estuvieron siempre signados con la misma marca. La Unión Panamericana creada en 1910 en la IV Conferencia Interamericana, y la Organización de Estados Americanos (OEA) que la reemplazó en 1948, fueron siempre instrumentos del Departamento de Estado. La política del “buen vecino” acuñada por Franklin Roosevelt en los años ’30 no fue óbice para las intervenciones en Centroamérica y para la feroz hostilidad desatada contra Argentina cuando esta se aferró a una política neutralista durante la segunda guerra mundial. Este último episodio estuvo connotado en 1944 por un intento de parte de Washington en el sentido de fomentar una guerra en la Cuenca del Plata, usando a Brasil como ariete contra nuestro país. La escuadra del Atlántico Sur se aproximó a Buenos Aires con fines amedrentadores y su jefe el almirante Jonas H. Ingram propuso inclusive atacar a la ciudad con los 200 aviones que tenía a su disposición. Si la presión de Estados Unidos fracasó en ese momento se debió a la firme voluntad del presidente brasileño Getulio Vargas de no conformarse en jugar el papel de títere de Washington y a su decisión de no involucrarse en ninguna agresión contra Argentina. Otro factor que pesó decisivamente para que el ataque no se concretase fue la nula disposición británica a prestar su aprobación, pues Londres no quería comprometer su principal fuente de abastecimiento alimentario y era bien consciente de que, detrás de la maniobra estadounidense, estaba el interés no sólo de castigar la “arrogancia” nacionalista de Argentina, sino de apropiarse de las cuantiosas inversiones alemanas en nuestro país y, sobre todo, el de desalojar a Gran Bretaña del lugar privilegiado que tenía en el plano de las relaciones económicas con Argentina, último retazo del Imperio en América del Sur. (1)

Así pues, la presencia de Estados Unidos en organismos que dicen representar los intereses del conjunto de los países del hemisferio es un despropósito, ha sido viable tan solo por la debilidad que durante tanto tiempo ha caracterizado a las cancillerías latinoamericanas. Ahora, cuando la devastación producida por las políticas de Consenso de Washington ha promovido una reacción profunda, dando lugar al surgimiento de varios gobiernos populares que sienten la globalización como una trampa, la supervivencia de esas vetustas políticas y la existencia de organismos como la OEA, que no son otra cosa que sinecuras para ociosos diplomáticos, resultan no digamos intolerables, pero sí investidos de una superfluidad que debe ser extirpada. Tal vez sin hacer desaparecer a esos paquidermos en un primer momento, pero sí generando otros organismos que estén vivos y que se ocupen de los asuntos que realmente importan a la región. La UNASUR y el MERCOSUR son dos herramientas muy válidas en este sentido, pero se mantienen en el territorio de Suramérica, mientras que la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños no sólo incluye a Cuba y varios miniestados isleños hasta ahora vinculados a Gran Bretaña y otras potencias europeas, sino que inserta a México, con sus más de 100 millones de habitantes, como protagonista de primer nivel en la resolución de los destinos del continente. La no inclusión en el nuevo organismo de Estados Unidos y Canadá da relieve a esta voluntad autonomista.

El protagonismo que puede tener México en la Comunidad recién forjada replantea un tema no bien dilucidado todavía pero de extrema importancia. ¿Hay que pensar en Suramérica o en Latinoamérica como entidad conjunta? Desde el punto de vista de la practicidad y de los intereses inmediatos parecería que el primer conglomerado sería más manejable. Sin embargo, ello implicaría renunciar a un segmento capital de la abigarrada esencia cultural de Latinoamérica, amén de otorgar a Brasil un papel desproporcionadamente prominente como cabeza del proceso de integración. En la perspectiva brasileña México había sido confinado con cierta ligereza a una pertenencia norte-americana que de alguna manera significaba la definitiva reducción de ese país a un rol subordinado a Estados Unidos. Por el contrario, el gobierno de Felipe Calderón, al revés de lo que sucedía con el de Vicente Fox, está buscando reducir su dependencia económica y política de Washington y explorando una política latinoamericana provista de una dimensión económica, política y cultural. Este es un dato de gran importancia que conviene no echar en saco roto.

Como se ve, más allá del estrépito vacío de la política local, el mundo se mueve. Lo que importa es que los desórdenes que nos afligen no hagan perder de vista las pulsiones que recorren a Latinoamérica. Que los árboles no nos tapen el bosque.

1) Para una relación circunstanciada de estos desarrollos, consultar el libro de Luiz Alberto Moniz Bandeira: Argentina, Brasil y Estados Unidos. De la Triple Alianza al Mercosur, páginas de 179 a 187. Editorial Norma, Buenos Aires, 2004.

Astor Piazzolla & Osvaldo Pugliese - Finally Together, Vol 1 y 2


 aquí está el segundo volumen de esta maravilla.
Aquí está Pugliese con su orquesta, y el final donde interpretan la Yumba junto al Sex-Tet de Piazzolla. 320 kbps en dos partes.

Vol 2:
1. Arrabal
2. Los mareados
3. Melodia de arrabal
4. Recuerdo
5. Chacabuqueando
6. Las cuarenta
7. Bailemos
8. Ensayando
9. A Evaristo Carriego
10. Desde el alma
11. La cancion de Buenos Aires
12. Contame una historia
13. Mala junta
14. Chique
15. Milonga para Gardel
16. La Yumba

Volumen 2 en dos partes:
Primera Parte Link reparado 19 11 2008
Segunda Parte

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Piazzolla & Osvaldo Pugliese - Finally Together - Vol. 1
01 Hora Cero
02 Tangueada 3
03 Milonga del Ángel
04 Camorra 3
05 Preludio y Fuga
06 Sex-Tet
07 Luna
08 La Yumba / Adiós Nonino
CD 1 parte 1 Link reparado, 18/11/2008
CD 1 parte 2
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Eduardo Falú & Paco Peña - 1989 - Encuentro


01 Falú: La Cuartelera (Zamba) 2.59
02 R. Ayala: Gato 2.21
03 Ariel Ramírez: Milonga Uruguaya 3.18
04 Alfonzo / Zavala: De la Prima a la Bordona (Gato) 1.58
05* Falú / Dávalos: Tonada del Viejo Amor 3.50
06 R. Medina: Danza Cordobesa 3.26
07 Antonio Lauro: Valse Criollo 3.11
08 M.A. Trejo: Chacarera del Silbador 2.53
09* Falú / Dávalos: La Huarmillita 2.14
10 A Castellón / Escudero: Farruca 4.59
Falú: Three movements from Suite Argentina
11 Zamba 2.59
12 Estilo 4.26
13 Malambo 4.11
14* Dávalos Canción del Jangadero 4.11
http://herbtiogasite.blogspot.com All That Jazz
* Cantados por Eduardo Falú
Eduardo Falú por Roberto Rodríguez Aybar

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01 Aire de milonga / Eduardo Falú
02 Bailecito / Carlos Guastavino
03 Caminito (tango) / Juan de Dios Filiberto - Gabino Coria Peñaloza
04 Cantilena "Santa Fe antiguo" / Carlos Guastavino
05 Cantilena "Santa Fe para llorar" / Carlos Guastavino
06 Danza paraguaya / Agustín Barrios
07 De la prima a la bordona (gato) / Alfredo Alfonso, José Zabala
08 El 180 (gato) / recopilación Andrés Chazarreta
09 El algarrobo / tradicional
10 El cóndor pasa (huaino) / Daniel Alomia Robles
11 El sampedrino (canción pampeana) / Carlos Guastavino, León Benarós
12 El trébol (preludio) / Carlos Guastavino
13 Huella / Julián Aguirre
14 La criollita santiagueña (zamba) / Andrés Chazarreta, Atahualpa Yupanqui
15 La cuartelera (zamba) tradicional / arreglo Eduardo Falú
16 Noches de catamarca (zamba) / Felipe B. Zurita, Manuel Acosta Villafañe
17 Preludio del pastor / Eduardo Falú
18 Preludio pampeano / María Luisa Anido
19 Pueblito mi pueblo (canción) / Carlos Guastavino, Domingo Zerpa
20 Siete de abril (zamba) / Andrés Chazarreta
21 Trémolo / Eduardo Falú
22 Vidalita / Eduardo Falú
23 Yo quiero saber por qué (zamba) / Juan Andrés Pérez

La Guitarra de Falú
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Sociogénesis de las enfermedades infecciosas

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¿Sólo se trata de microbios?

En tiempos de recrudecimiento de viejas enfermedades infecciosas el autor aporta la perspectiva social.

Dr. Francisco "Paco" Maglio
En 1969, el Ministro de Salud de EEUU afirmó: “Ha llegado el momento de cerrar el libro de las enfermedades infecciosas” (1).
La entonces utopía del progreso ascendente de la modernidad se veía reflejada en la ilusión de un mundo sin infecciones posibilitada por el avance arrollador de los antibióticos. Sin embargo la profecía no se cumplió, más bien ocurrió todo lo contrario.
Según un informe de la OMS (2) para 1995 las enfermedades infecciosas ocasionaron 17 millones de muertes en el mundo, el 33% del total de defunciones (la primer causa de mortalidad).
En EEUU la tasa de mortalidad por enfermedades infecciosas aumentó el 60% entre 1980 y 1992 (3).
En los últimos veinte años aparecieron treinta enfermedades infecciosas nuevas y re-emergieron antiguas (4). Entre las primeras: sida, fiebres hemorrágicas, hepatitis C, hanta virus, legionellosis, virus de Ebola, etc. Ejemplos de re-emergentes: tuberculosis, cólera, dengue, fiebre amarilla, paludismo, etc.
La explicación a esta contradicción entre un progreso científico en las ciencias médicas y un retroceso en la patología infecciosa excede el campo biotécnico y la encontramos en la conceptualización del proceso salud-enfermedad-atención proveniente de la antropología médica (5-6).
Las enfermedades en general y las infecciosas en particular son construcción y producto de las relaciones sociales, articulando en ellas aspectos históricos, ideológicos, económicos y culturales, una verdadera sociogénesis de lo biológico, por lo que podemos afirmar, sin ninguna duda, que la salud es una decisión política.
En este sentido resulta esclarecedor la definición premonitoria de Ramón Carillo hace cincuenta años: “Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la angustia, a la tristeza y al infortunio social de los pueblos, los microbios como causa de enfermedades son unas pobres causas” (7).
La epidemiología clásica nos habla de la historia “natural” de las enfermedades, sin embargo nada menos “natural” como demostró Mc Keown (8), en el campo de la epidemiología crítica. Estudiando las tasa de mortalidad por tuberculosis en Inglaterra, comprueba un hecho irrefutablemente revelador de la sociogénesis: en 1840 dicha tasa era de 4000 por millón de habitantes: los quimioterápicos y la BCG aparecen en la década de 1950, pero para esa época la tasa había descendido a 300 por millón.
¿Qué había pasado en 110 años para que sin intervención técnica de la medicina, salvo el descubrimiento de Koch (que por sí solo no influye en la mortalidad), haya ocurrido un descenso de tal importancia? La biomedicina no lo puede explicar pero sí el análisis de ese proceso visto desde la sociogénesis a que se hizo referencia: el cambio en las relaciones sociales.
En 1840, plena revolución industrial, el feudalismo dio paso a la burguesía, se consolida el capitalismo de Manchester: la gente abandona el campo y vive hacinadamente en las ciudades, en condiciones pésimas e insalubres de vivienda, educación, trabajo y alimentación: alta mortalidad en tuberculosis.
Por supuesto que se necesitó la intervención técnica de la medicina (quimioterápicos y BCG) para que la mortalidad bajara a casi cero.
¿Qué pasa ahora en plena posmodernidad?
El proyecto (concretado) del neoliberalismo significa un retroceso a las condiciones sociales del capitalismo de Manchester: según el informe PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) para 1999, el 20% de la población mundial consume el 80% de los recursos existentes (incluye los de salud) y, en consecuencia, tres mil millones de personas viven (si se puede llamar vivir) con un dólar, por día.
Desafortunadamente nuestro país es un ejemplo elocuente. Según el informe de INDEC para el año 2000, el 36% de la población está por debajo del nivel de pobreza y el 15% de la población debajo del nivel de indigencia.
Es decir que 18 millones de argentinos (el 51% de la población) no tienen sus necesidades básicas satisfechas.
Frente a esta situación no nos tiene que asombrar el aumento de la morbi-mortalidad de las enfermedades infecciosas.
Según datos de la OMS (2) en el mundo actual se muere una persona de tuberculosis cada diez segundos y en nuestro país (9) una cada 8 horas.
Asistimos a una pandemia de bacilos multiresistentes: ahora bien, cómo debemos encararla?. Por un lado, con estudios biomoleculares que posibiliten estrategias para mejores antibióticos y está bien. Pero si nos quedamos solamente en esa perspectiva no vemos lo que está debajo del iceberg, las causas “sociales” de la multiresistencia: abandono de tratamientos y hacinamiento, ambos en comunidades marginadas por un modelo ideológico que instrumenta la economía para una concentración de poderes (y salud) en unos pocos consumidores insaciables a expensas de muchos espectadores hambrientos, con miseria (y enfermedad).
Según el informe del INDEC a que se hizo referencia, en el período 1990-1999 la brecha de ingresos entre el 10% más rico y el 10% más pobre aumentó 57 veces. Resulta interesante que es la misma cifra en que aumentó el producto bruto interno para el mismo período, demostración palmaria que el mero hecho de crecimiento económico a nivel macro no asegura necesariamente una más equitativa distribución de la riqueza.
Esta situación de injusticia también se ve reflejada en la población médica ya que, según datos recientes (10), el 70% de los médicos necesita tres o más trabajos para apenas alcanzar dos canastas básicas familiares mientras que un 8% supera los 35.000 $ mensuales.
Este encuadre social es fundamental para que nos asumamos médicos y pacientes como dos co-sufrientes de un modelo médico hegemónico, biologicista, ahistórico, asocial, mercantilista y medicalizante (11).
Como función social de la medicina, de acuerdo al Manual de Ética del American College of Physicians (Ann. Int. Med., Dic. 92): “Los médicos deben ayudar a la comunidad a reconocer y tratar las causas sociales de la enfermedad y ayudar a corregir las deficiencias en la disponibilidad de los servicios de salud”.
Durante años, como médicos hemos estado al lado del enfermo, llegó la hora de estar del lado del enfermo.
En cuanto a los aspectos éticos, los principios de no-maleficencia, beneficencia, autonomía y justicia cobran una singular relevancia en enfermedades infecciosas.
Estos principios deben complementarse con la práctica de las virtudes en las relaciones médico-paciente (12): la integridad, la ecuanimidad y el respeto.
La integridad se refiere a ser fieles a esa “confianza que se entrega a una conciencia” como definió Orgaz a la relación médico-paciente (13). Con respecto a la ecuanimidad nada mejor que las palabras de Petrarca: “un médico ecuánime es aquel que atiende al último de los siervos con la misma diligencia que atiende al Papa” (14).
Respetar al paciente significa considerarlo como persona en sentido Kantiano: en tanto persona tiene dignidad y no precio, es sujeto y no objeto, es un fin es sí mismo y no un medio.
En este sentido dentro de la infectología cobra una singular relevancia la confidencialidad en el tema vih/sida (15) habida cuenta que “la discriminación es la causa de la verdadera raíz de la pandemia”, ya que el principal factor de riesgo en cuanto a la vulnerabilidad al vih es pertenecer a un grupo discriminado (16).
Fundamentales estudios psico-inmuno-neuro-endocrinológicos han demostrado científicamente tal aserto (17), al comprobar que el vih no solamente produce inmunodepresión sino que necesita un huésped previamente inmunodeprimido para replicarse, por lo que una persona discriminada ofrece un excelente “medio de cultivo” para el vih.
De tal manera, el consentimiento informado para los análisis de esta condición no debe ser un mero trámite legal sino más bien la culminación de un proceso de comunicación humana en la que veamos al paciente como “un ser humano, de carne y hueso, que sufre, ama, piensa y sueña” (18).
Habida cuenta de la alta mortalidad en enfermedades infecciosas son relevantes algunas consideraciones sobre la ética médica frente a la muerte (19).
En este contexto debemos reflexionar sobre qué es una muerte digna. En mi opinión, es aquella sin dolor (no hay dignidad en el dolor), que posibilite un espacio y un tiempo para la comunicación personal con los seres queridos y en los casos que el paciente lo requiera, con lucidez.
Esto último no es ninguna necrofilia, ya que en ese instante último e irrepetible de la vida, mensurando lo vivido vamos a poder encontrar el sentido de lo vivido.
Presintiendo su fin, unos días antes de su muerte Borges les dijo a sus allegados: “Falta poco para saber quién soy” (20).
Esa lucidez que algunos pacientes requieren frente a la muerte también la tenemos que respetar porque es el momento de las decisiones trascendentales, es la última instancia para decirle a alguien por primera vez (porque nunca antes nos atrevimos): “perdóname” u otras veces, “te quiero”.
La dignidad en el morir hace a la dignidad de vivir porque, volviendo a Petrarca (14): “Morte digna, onora vita”.
Por lo tanto, si ayudamos a bien morir nos estamos ayudando a bien vivir.
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Revista de la Sociedad Argentina de Medicina Antropológica

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