sábado, 11 de septiembre de 2010

Sobre el Barrio y otras yerbas.......miscelaneas de una noche brava

El banquete era espectacular, había todo tipo de manjares

En un rincón, hablando animadamente Bach, Al di Meola, el sapo Villar y la deslumbrante y eterna Jackelin Bisset. La voz de Sarah Voughan alumbraba una música que le alcanzo esa misma mañana Juancito del Barrio, quien justamente era el encargado de manejar luces y el sonido.
No faltaba nadie. Shakespeare, Witman, Eco, Melville, algunos de los escritores. Groucho, Carlitos, el negro Fontanarrosa, Olmedo, algunos de los grandes que me hicieron vivir infinitas e inolvidables aventuras, ahí estaban. Podia oir las voces de Platon, Sócrates y Luca discutiendo acalarodamente en la cocina, sobre la necesidad de implantar la tecnología en el futbol, así como ha sido ya probada en otras actividades, y asombraba la infinita colección de argumentos en uno y otro sentido. Buda, Mahoma y Jesus sirviendo a cada uno con humildad franciscana.
Todos relucientes y yo ahí; en medio de ellos era uno de los cronistas enviados a cubrir semejante evento. Tipos que yo amo, por lo que reflejan, esa luz que transmiten.
Esa noche no iba a ser una noche cualquiera sino seguramente "La noche". La culminación de una carrera detrás del espectáculo de la creación, de la sabiduría.  Como ansiaba que el Hormiga, Pascual, Grego, mis amigos de toda la vida; Paula mi compañera; Paulita y Michi, mis dos tesoros estuvieran allí conmigo!. Que viéramos juntos como Jako Pastorius, Marta Argerich, Pablo Casals y Jimmi Hendricks jugaban un loco, mientras la música se transformaba en los pies del Diego en un canto supremo. No veía la hora de poder acercarme a alguno de ellos, ya que mi jefe había sido claro. “No me importa si no traes fotos, lo que quiero son pequeñas charlas, ni siquiera un reportaje, traeme apostillas, tipo charlas de quincho o lo que puedas.”  Tenía a la oveja Telch delante de mis ojos, departiendo con Berlioz y Jimmy Page, sobre la Revolución Francesa y su influencia en el mayo del 68, pero no les puedo contar mi desazón, cuando descubro que al verme, su lenguaje se transformaba en algo que no podía entender. Mi única virtud, era el manejo de los idiomas; si mi puesto en el diario mas importante de la ciudad, se basaba exclusivamente en mi manejo de nueve idiomas. Pero les juro, que este no estaba ni siquiera en los dialectos que pueden hablarse en parte alguna del planeta. Mas allá, Ludwing van Beto, Astarita, el negro Gonzalez y Pinti, discutian acaloradamente sobre quien había sido mas grande, Charlie Parker, o mané Garrincha, quien precisamente en ese momento le presentaba a Pablo Neruda una periodista francesa, quien había acudido como yo a cubrir el magno evento. Quise intervenir en la conversación, y nuevamente me fue imposible entablar un dialogo, el lenguaje se tornó indescifrable y mas cerrado todavía.
Yo, lo único que podía hacer era seguir tragando saliva, y esperar que el dial, por fin se ubicara en la banda correcta. Sirviendo una de las mesas aparecen de pronto Jesus, Buda y Mahoma, me acerco a ellos, ya que la garganta era un secante comprado hace 35 años en el patio de la escuela, me ofrecen una copa de champagne, la que se me cae y el liquido se escurre inmediatamente de las manos, y la garganta se transformo en fuego. Salgo en busqueda de aire al inmenso jardín, acalorado y sediento; y me encuentro con un enorme parque que limitaba con un lago, donde Federico nadaba, y le enviaba bendiciones, en forma de risas estruendosas a su entrañable amigo chileno, Pablo que se estaba curtiendo, a la periodista francesa, la misma que apenas un rato antes le había presentado mané, allí nomas bajo la luz de la luna, como dios manda, sin merodeos formales ni hipócritas. Arriba de un árbol, se bebían todo el vino Miguel Hernández y la mona Gimenez. Podía entender que pasaba, pero de conversar con ellos, ni una palabra.

Porqué le entendí siempre al polaco, cuando desde la arena de su garganta platense, se eleva al cielo, ó a Ella Fitzerarld, cuando le canta a los ángeles desde el infierno de un sótano de manhatan, a la trompeta de Gillespie o al bajo de Stanley Clark o de Rostropovich, y no puedo pescar ni jota, cuando intento tocar con ellos el mas elemental de los temas.

Ya, agotado y sediento, decidí poner punto final a mi intento de cruzar un dialogo, con aquellos seres que tanto amaba, y decidí remontar mi viaje de vuelta a casa, donde ya Paula estaría por despertar a nuestros dos locos bajitos. Ah, ni siquiera el Nano ni Joaquin me dieron cinco de bolilla, yo que siempre quise compartir con esos tipos al menos una birra o un par de mates. Me di cuenta, que podía escucharlos, leerlos o verlos en películas, pero que no podía tocarlos. Otra vez la oscuridad, el letargo y el bullicio de voces de otra dimensión. Ya no veia a nadie, quedo fuera del salón y sin entender como y desde cuando, me encuentro en la calle. La llovizna y el viento me devuelven a la realidad y encuentro mis manos vacias. Que voy a llevar a la Editorial. Que les voy a contar a Paula, al Hormiga, a Grego?, que me queda de esta noche?.

De repente, un sabor extraño me envuelve la boca, giro envuelto en sabanas y una acidez que me mata en la cama a media noche y donde carajo esta la almohada?  

Sensación de impotencia y enfado me envolvía y a su vez se me develaba una encrucijada en la que estaba metido hace algún tiempo. 

Discursos sobre pais, barrio, Nacion. 

Hablamos de Jauretche, leemos a Foucault,

pero no entendemos nada

y votamos a Papá Noel en algunos barrios.

clark kent

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